No te voy a mentir, la primera vez que planté una berenjena, ¡no fue precisamente un éxito! Mi planta tardó mucho en afianzarse y crecer, y cuando finalmente se formó el fruto, ya era un poco tarde…
Uno de mis amigos jardineros me dio un consejo: podarlas con bastante regularidad, al igual que los tomates. Y en cierta manera es bastante lógico, si lo piensas un poco: ¡ambas son de la misma familia botánica!
Personalmente, desde el momento en que empecé a podarlas, noté REALMENTE la diferencia.
Si no tienes un invernadero, cultivas en un clima en el que las berenjenas son caprichosas, o si tienes un huerto pequeño, ¡te recomiendo que pruebes este truco de inmediato!
Esta técnica permitirá a tu planta dedicar toda su energía a los primeros frutos que se formen. Así tendrá menos riesgo de acabar con un fruto que no tendrá tiempo de madurar.